Ficha Técnica y Memoria del Proyecto
Jefe de Diseño: Daniel Bermúdez, Ramón Bermúdez
Diseño de Zonas Exteriores: Diego Bermúdez
Equipo de Diseño: Cristina García, Andrés Solano, Daniela Almansa, Paula Sopó, Juliana Gutiérrez, Santiago Izquierdo, Carlos Santamaria, Jaime Barrera, Daniela Chavez
Diseño Sostenible: Jorge Ramírez (Bioclimática)
Diseño Cocinas: Daniel Motta (Motta&Rodríguez)
Renders: Ricardo Lopez
Implantación
La domesticación del entorno a través de terrazas y chacras propios de la cultura Inca perdura hasta nuestros días como vestigios arqueológicos, pero también como una forma de construir los lugares habitables. A partir de esta idea, nos interesa una interpretación topográfica del lugar como una forma de generar un continuo espacial con el contexto y la historia del lugar. Así las cosas, nuestra propuesta busca ofrecer el máximo aprovechamiento de las visuales, con un esquema horizontal semienterrado que se mimetizará en la topografía, y no será evidente pero si muy atractivo. Esta condición lineal horizontal y abierta hacia las vistas también permite una asoleación adecuada que calentará los espacios importantes del proyecto.
El proyecto
Producto de nuestras visitas al lugar constatamos la existencia de una larga zona de quiebres vegetados de la topografía que divide el terreno dispuesto para las construcciones de la zona de la viña. Consideramos que esta marca, visible en la topografía, es el límite natural del predio. En consecuencia proponemos modificar el lindero propuesto, tan racional como arbitrario y cambiarlo por esta elocuente marca en el paisaje.
Para el cumplimiento de los objetivos de aterrazamiento, mimetismo y aprovechamiento de las visuales, el edificio se conforma con dos barras de 10.60 m de profundidad y de longitud de 117 y 127 m. Estas están retranqueadas la una sobre la otra y separadas por patios longitudinales. Estos permiten el acceso al exterior, la iluminación y ventilación naturales y la interrelación de las diferentes dependencias del edificio. El material predominante en el proyecto es el concreto y la mampostería, y se construye con materiales y técnicas tradicionales, eficientes y económicas. El proyecto arquitectónico permite modular los edificios de manera óptima y repetitiva, con lo cual el uso del material puede ser optimizado en cuantías, encofrado y acabados, lo que permite obtener una alta eficiencia en la construcción de la estructura. Los módulos estructurales típicos, de 4.20m x 7.80m, se apoyan sobre muros en las dos direcciones en planta, que proporcionan la capacidad de carga para fuerzas verticales y horizontales. Para las zonas con luces mayores se utilizan columnas intermedias, que complementan el sistema principal del edificio ante fuerzas sísmicas. La cubierta es una losa maciza de 25cm de espesor que está soportada en los ejes de las divisiones entre habitaciones.
Sistema estructural
La estructura principal consiste en un sistema de muros de carga que se aferra con lo estipulado las normas. Los apoyos principales los conforman los muros entre habitaciones, que al combinarse con tabiques perpendiculares proporcionan la rigidez necesaria para fuerzas sísmicas en ambas direcciones. Contra la fachada, y como remate de los muros de carga, se plantean columnas yo machones distribuidos según el ritmo de fachada y ventanería propuesto en la arquitectura, de manera que la estructura queda integrada completamente con la arquitectura. El sistema propuesto es uniforme y garantiza la continuidad en la trayectoria de cargas y en la rigidez desde la base hasta la cubierta.
Este pequeño proyecto resulta interesante dentro de la obra de Bermúdez Arquitectos porque deja de nuevo en evidencia una característica de su propuesta arquitectónica que busca integrarse y complementar el entorno, no a partir de una propuesta conservacionista o “museística”, sino muy por el contrario, con un claro interés por dotar a las edificaciones preexistentes de nuevas herramientas que les permitan seguir cumpliendo su función según las necesidades del momento. Este es un delicado proceso en el que se deben respetar y conciliar las características propias del edificio existente y de su entorno, con la incorporación de los nuevos requerimientos espaciales, estructurales o en este caso ambientales, que de esta manera asegurarán su refuncionalización y por consiguiente su conservación. Es un punto de inflexión importante frente a esa arquitectura de la modernidad que en su momento se fue cargando de contenidos cada vez más reactivos contra toda manifestación de conservadurismo formal. Origen de la consabida imposibilidad natural de hacer una arquitectura moderna integrada a contextos históricos, ya que su naturaleza se tenía que presentar como contrapuesta frente a ellos. En contraste, la posición de Bermúdez resulta antagónica y su trabajo se muestra muy efectivo al momento de intervenir contextos urbanos consolidados, como el campus de la Universidad de los Andes, situación que se explica por la aplicación juiciosa de las consideraciones técnicas, de uso y lugar que incorpora dentro del proceso de cada proyecto.
Con la determinación de conservar el inmueble, se tomó la decisión de mantener su apariencia exterior, adosándole un volumen circular semienterrado sobre el costado norte, en el que situó la nueva biblioteca. La biblioteca es de estantería abierta, con un mezanine y se ilumina cenitalmente. En la cubierta de esta situó un “techo verde”, que logra mimetizar con éxito la intervención, al tiempo que se integra y complementa el volumen existente.